¿Por qué a veces somos incapaces de soltar un vínculo aunque seamos conscientes de que no nos hace bien?
Amor y apego no son sinónimos: la culpa es de la oxitocina
Quizás has vivido alguna época en la que has sentido que estabas más sensible de la cuenta o puede que conozcas a alguien de tu alrededor que es demasiado entregado o se muestra demasiado sensible. Cuando esto nos pasa de forma continua o más o menos frecuente detectamos que algo no funciona como es debido en nuestra cabeza y, a menudo, le ponemos la etiqueta de “dependencia emocional”. Si estás leyendo esto y piensas que quizás has sentido dependencia emocional de una pareja, de un amigo o de un familiar, siento decirte que no era dependencia emocional, sino que era una cuestión de neuroquímica.
Cuántos amigos tenemos que siendo conscientes de que sus parejas no les hacían ningún bien, eran incapaces de dejarlas. Por qué tantas personas siguen aferradas a sus amigos y justifican lo injustificable cuando sus amigos ya no las cuidan de la misma manera que un tiempo atrás. Seguro que también conoces a alguien que confía de buenas a primeras en las personas y se entrega por completo. O quizás has estado en una relación en la que el otro necesitaba que le dijeras constantemente que estabas a su lado. Todas estas situaciones son un claro ejemplo de la forma en la que la neuroquímica nos condiciona y de cómo podemos estar enganchados a aquello que la oxitocina genera en nosotros.
Neuroquímica, oxitocina…¿qué es todo esto y cómo me afecta a mí?
No soy adivina, pero muy probablemente esta pregunta o una de muy parecida está rondando por tu mente después de lo que te he contado. Vamos por partes: ¿Cómo funciona nuestro cerebro y qué pasa en él cuando respondemos a aquellos estímulos que captamos a través de los sentidos?
En el cerebro humano se producen una infinidad de reacciones químicas cada segundo. Estas reacciones químicas tienen como resultado la liberación de hormonas, neurotransmisores, proteínas y un sinfín más de sustancias que influyen en nuestras neuronas y, como consecuencia directa, en cómo reaccionamos y nos comportamos.
La oxitocina es una de estas sustancias que segrega nuestro cerebro. Es la hormona del apego, que al igual que la dopamina, la serotonina y el endorfina forma parte del llamado cuarteto de la felicidad.
¿En qué circunstancias segrega oxitocina nuestro cerebro?
El cerebro segrega oxitocina cuando nos vinculamos, es decir, cuando confiamos en otra persona, cuando abrazamos a alguien, cuando mantenemos relaciones sexuales o incluso las madres la segregan durante el parto y la lactancia para crear un vínculo con su bebé.
Dicho de otra forma, la oxitocina es esencial para crear círculos o relaciones emocionales. Esta hormona actúa como pegamento emocional y cada vez que confiamos, nos exponemos o nos entregamos a otra persona, debido a la oxitocina el vínculo que nos une a ella es más fuerte.
¿Cómo interpreta nuestro cerebro la segregación de oxitocina?
Cuando nuestro cerebro segrega oxitocina lo hace porque asocia a aquella persona con la seguridad, entiende que es algo bueno para nosotros e interpreta que debe hacer lo que está a su alcance para reforzar el vínculo. Es una simple cuestión de química.
Nuestro cerebro tiene como premisa en todo momento velar por nuestra integridad y protegernos. Por este motivo, cuando segrega este pegamento emocional llamado oxitocina lo hace pensando que es lo mejor para nosotros.
Después de leer esto probablemente entenderás porque este amigo que no está nada bien con su pareja es incapaz de dejarla, ya que su cerebro se aferra a los recuerdos de cuando eran felices y cuando está cerca segrega oxitocina. ¿Qué pasa en este caso? Mientras la parte racional está luchando por dar a entender al cerebro que aquella relación no es buena y debe alejarse, el cerebro no para de generar pegamento emocional. Entonces, la persona es plenamente incapaz de soltar.
¿Cómo puedo ayudarte a romper este círculo vicioso de fabricación de oxitocina en una circunstancia que no te hace ningún bien?
En primer lugar, quiero decirte que si estás leyendo estas líneas te has sentido identificado/da o se te ha removido algo: no pasa absolutamente nada. Es algo que les pasa a muchas personas y es algo que se puede revertir: sólo tenemos que entrenar a tu cerebro para que entienda que aquella persona, aquel contexto o aquella circunstancia no son una zona segura para ti y que no te hace ningún bien segregando oxitocina en estas circunstancias.
No pienses que estás aferrado a esta persona o circunstancia de una manera tan bestia que te resultará imposible romper este vínculo, piensa que es una simple cuestión de química. No estás atado a esta persona, simplemente estás atado a la experiencia química que viviste con ella cuando tu cerebro te dió un chute de oxitocina. Visto de esta forma parece más fácil, ¿verdad?
Te invito a que me escribas y seguro que mediante las técnicas de PNL y otras herramientas como el Wing Wave o la estimulación bilateral del cerebro, conseguiremos enseñarle a tu cerebro nuevos caminos y nuevos escenarios en los que sí que debe segregar oxitocina porque son cosas que realmente te hacen bien.
Tu cerebrono distingue entre amor y apego, pero tú sí que puedes hacerlo y en mi despacho te ayudaré a conseguirlo.